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Fuente baja situada en el templete del Jardín islámico |
En el Parque
Juan Carlos I de Madrid, en pleno barrio de Barajas, Distrito de Corralejos, nos
encontramos con “La senda de Las Tres Culturas”, más conocida con su otro
nombre: “El jardín de las Tres Culturas”. Constituye este, un lugar desconocido
para la mayoría de las personas, por estar situado en mitad de un parque, que
por su distancia respecto al centro de la ciudad, se hace prácticamente
desconocido para cualquier nuevo visitante.
El jardín de
las tres culturas nace como un homenaje a la Conferencia de paz entre árabes y
judíos celebrada en Madrid en el año 1992. Está concebido como un espacio que
simboliza la convivencia entre pueblos y el respeto a sus creencias y cultura.
Esta última, consideradas en todas sus vertientes y religiones, como un aporte
y herencia de suma importancia al tratarse, como vemos, de las tres grandes
religiones monoteístas, la cristiana, judía (hebrea) y musulmana.
La obra parte
desde un círculo (Árbol de la vida) en torno al cual se distribuyen
concéntricamente los tres jardines de las tres religiones. Representando la
divinidad y perfección en sus formas o la versión de paraíso idealizada según
cada civilización, nos encontramos en el recorrido distintas citas literarias
como puntos de referencia, pretendiendo así que el viandante medite y
reflexione en medio del sosiego y la tranquilidad que este paraje nos infunde.
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3 cipreses que simbolizan la presencia de 3 culturas cerca de nosotros |
Al entrar, nos
encontramos con tres cipreses junto a varias inscripciones, que simbolizan la
presencia, en este lugar, de 3 culturas (3 cipreses). A través de un puente,
llegamos al punto o círculo central común: El Paraíso. Aquí hallamos un gran
portal de acceso denominado: “El árbol de la vida”, remitiéndonos al Génesis de
la Biblia mediante una inscripción situada en su parte derecha, además, aquí se
hace una descripción del Jardín del Edén, rindiendo culto al árbol como símbolo de unión entre lo terrenal y la divinidad. De
este mismo sitio parten cuatro acequias en forma de cruceta (representando los
ríos Tigris y Éufrates) y que desembocan finalmente en un estanque semicircular.
Un oasis que da paso al origen de civilizaciones ricas, dinámicas y llenas de
sabiduría, cuyas aportaciones han dado lugar a prácticamente los
conocimientos que hoy día tenemos.
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Árbol de la vida o Portón principal al Jardín del Edén |
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Estanque semicircular donde simbólicamente desembocan los ríos Tigris y Éufrates |
El jardín cristiano: Claustro de las
Cántigas
Nada más
acceder por el portal que nos da acceso al paraíso, encontramos a nuestra
derecha el Jardín Cristiano, en cuyo
inicio, y tras descender por un camino pedregoso, nos topamos sobre nuestras
cabezas con “La Campana”. Una clara representación musical y todo lo que
representa para la cristiandad, viéndose igualmente aquí reflejados, los
distintos elementos o características propias de la cultura y arquitectura
cristiana: la campana, que sirve de llamada a la oración, de purificación, etc.,
además de formas tradicionales góticas, sirviendo el conjunto en sí, como
pórtico de acceso al jardín comentado.
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Pórtico con una campana colgante que da acceso al Jardín Cristiano |
Tras pasar
este, accedemos al Claustro de las Cántigas
y, en definitiva, al jardín cristiano. Realizado en memoria de las Cántigas de
Alfonso X y sus famosas “Cántigas de Santa María” como advocación a la Virgen,
se trata de un pequeño templete que resume en sus partes conformantes la esencia
de las catedrales góticas, representando toda esa verticalidad propia de la
arquitectura, la ascensión y cercanía con Dios o el sitio de recogimiento y
oración que podría venir a significar.
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Claustro de las Cántigas en memoria de las "Cántigas de Santa María" |
De planta
cuadrada y contorneada por una sucesión de columnas que representan la
protección del lugar, se completa el escenario en un entorno con pequeños
estanques triangulares, 4 concretamente, setos perfectamente recortados y
simétricos, varios tipos de arbustos, árboles frutales y plantas aromáticas, consiguiendo
completar a la perfección la esencia de nuestra cultura.
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Sucesión de columnas alrededor del lugar que representan la protección del sitio |
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Estanques y distintas plantas aromáticas completan el conjunto perteneciente a la cultura cristiana |
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Setos perfectamente recortados y caminos simétricos que hacen totalmente geométrico e igualado el lugar |
El Jardín islámico: La estancia de las Delicias
Siguiendo de frente
y nada más pasar el portal de acceso al Paraíso, entramos en el Jardín
Islámico, que representa esa esencia idealizada de Paraíso y donde el individuo
se siente en pleno éxtasis. Relajación y contacto entre hombre y naturaleza,
son algunas de las características que el lugar evoca. Es, en definitiva, una
representación en medio del desierto que pretende dar cobijo, descanso, agua
(fuentes) y comida (naranjas) en mitad de la desesperación.
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Los naranjos toman un papel protagonista en esta zona situándose estratégicamente alrededor de la misma |
Sigue la
estructura denominada, según la idea “Char Bagh” o partición en cuatro partes
diferenciadas y basadas en el concepto del universo. Partiendo desde el centro
de un templete con arcos de herradura, se sitúa una fuente de la cual emana 4 ríos
de “agua”, “vino”, “leche” y “miel”, que transcurren a través de acequias hasta
dos tranquilas albercas que aportan intimidad. Las distintas alturas que aquí
nos encontramos, la vegetación y la delimitación de la zona por cuatro
minaretes que en realidad son palomares, hacen de este un lugar de sosiego y paz.
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Fuente situada bajo el templete y desde la cual supuestamente emanan ríos de agua, vino, leche y miel |
El jardín judío: Vergel de granados
En este punto
llegamos a la “Tierra Prometida” o Jardín
Judío, y en cuya entrada aparece un estanque que se alimenta de la acequia
del Jardín del Paraíso superior. En el centro del mismo aparecen dos olivos
aislados en mitad del agua, que vienen a representar el paraíso idílico y que
terminan de resguardarse por varias murallas que también cumplen la función de
diques de contención. Como dato curioso, cabe destacar que los bloques de
piedras empleadas en la construcción de la muralla fueron realizados con piedra
del mismo sitio donde se encuentra la muralla del tempo de Jerusalén, lo que le
aporta mayor relevancia y espiritualidad a la zona.
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Parte principal del Jardín Judío con dos olivos en mitad de un estanque que representan el Paraíso Idílico |
El agua, los
olivos, frutales, arena y piedras o el simbolismo con el desierto forman parte
de los elementos religiosos y culturales de esta civilización. Encontramos
también una bellísima pasarela recubierta con vides, haciendo referencia a la
religión bíblica, donde el vino es un don de Dios, y su abundancia, es señal de
bendición. El pueblo judío es, por lo tanto, “la viña de Dios”. Es el vino, una
bebida adorada por la religión que, en definitiva, se utiliza de forma abundante
en rituales de esta u otras religiones, siendo el caso que nos ocupa, la más
destacada, la celebración del Sabbat, entre otras.
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Pasarela o galería recubierta con vides como fiel representación al vino y abundancia como dones divinos |
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Parte del jardín aislada y construida con rocas y piedras del mismo sitio que se obtuvieron las de la muralla del templo de Jerusalén |
Bibliografía y anexos:
Madrid.es.
Patrimonio Verde. Parques en Madrid. (2016). El Parque Juan Carlos I. 2016, de
Madrid.es.
Anexo 1. Madrid.es. Parque Juan Carlos I. (2016). Plano general del Parque Juan Carlos I. 2016, de Madrid.es.
Parque Juan Carlos I, Madrid. Cartelería del recinto “Senda de las Tres Culturas”. (2016). Senda de las Tres Culturas. 2016, de Parque Juan Carlos I, Madrid.
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